El morisco Francisco Ximénez, nacido en El Toboso en 1571, de padres moriscos traídos desde Vélez Rubio (Almería), tuvo una vida bastante azarosa según aparece en su proceso inquisitorial: a los 13 años tuvo que enrolarse en el ejército, huyendo de la miseria y anduvo por varios lugares -Zaragoza, Huesca...-, regresó a El Toboso y se casó y acabó siendo víctima de la Inquisición. Estando segando en una finca de un toboseño -junto a otros moriscos-, en un paraje de Socuéllamos en 1603, justo después de volver del pueblo por las fiestas de Santiago y Santa Ana, hablando con una cristiana vieja -Madalena Muñoz- se le ocurrió decirle cómo era que no iba a El Toboso por las fiestas y ella le respondió que tan solo lo sentía por no poder ir a misa. Según consta en el proceso inquisitorial, Francisco Ximénez le respondó "que reçando al sol cada mañana era tanto como oyr missa reçando y que se estuviera él un año sin oyr missa reçando al sol cada mañana a lo cual esta tº dixo mire que esso no se puede decir..." (Archivo Diocesano Cuenca, Inq. leg. 357 nº 5091). Esta frase le valió una denuncia que inició un proceso inquisitorial. El secuestro de sus bines puso en evidencia que era un pobre jornalero que vivía en una casa de alquiler, que tenía unas pequeñas tierras arrendadas donde sembraba azafrán y que tenía un borrico pequeño. Testificaron 5 mujeres y un hombre -alguacil municipal- en su contra. Durante el proceso los inquisidores trataron de averiguar si hacía prácticas musulmanas y si entre los moriscos de El Toboso se hacían. Tan sólo dijo que su madre le enseñó algunas palabras en árabe pero que como el resto de los moriscos iban a misa y cumplían con lo ordenado por la Iglesia. Como Francisco Ximénez no reconocía los hechos por los que se le acusaba fue sometido a tortura -el potro- pero resistió sin decir nada fue condenado a abjurar de sus pecados en la catedral de Cuenca y a tres años a galeras -como remero, sin sueldo-. Por testimonios posteriores se sabe que consiguió sobrevivir y volvió a El Toboso poco antes de ser expulsado en 1609 juntos a los demás moriscos del pueblo -269- y de España, fuera de las fronteras peninsulares.
martes, 17 de agosto de 2010
El morisco toboseño Francisco Ximénez y la Inquisición
El morisco Francisco Ximénez, nacido en El Toboso en 1571, de padres moriscos traídos desde Vélez Rubio (Almería), tuvo una vida bastante azarosa según aparece en su proceso inquisitorial: a los 13 años tuvo que enrolarse en el ejército, huyendo de la miseria y anduvo por varios lugares -Zaragoza, Huesca...-, regresó a El Toboso y se casó y acabó siendo víctima de la Inquisición. Estando segando en una finca de un toboseño -junto a otros moriscos-, en un paraje de Socuéllamos en 1603, justo después de volver del pueblo por las fiestas de Santiago y Santa Ana, hablando con una cristiana vieja -Madalena Muñoz- se le ocurrió decirle cómo era que no iba a El Toboso por las fiestas y ella le respondió que tan solo lo sentía por no poder ir a misa. Según consta en el proceso inquisitorial, Francisco Ximénez le respondó "que reçando al sol cada mañana era tanto como oyr missa reçando y que se estuviera él un año sin oyr missa reçando al sol cada mañana a lo cual esta tº dixo mire que esso no se puede decir..." (Archivo Diocesano Cuenca, Inq. leg. 357 nº 5091). Esta frase le valió una denuncia que inició un proceso inquisitorial. El secuestro de sus bines puso en evidencia que era un pobre jornalero que vivía en una casa de alquiler, que tenía unas pequeñas tierras arrendadas donde sembraba azafrán y que tenía un borrico pequeño. Testificaron 5 mujeres y un hombre -alguacil municipal- en su contra. Durante el proceso los inquisidores trataron de averiguar si hacía prácticas musulmanas y si entre los moriscos de El Toboso se hacían. Tan sólo dijo que su madre le enseñó algunas palabras en árabe pero que como el resto de los moriscos iban a misa y cumplían con lo ordenado por la Iglesia. Como Francisco Ximénez no reconocía los hechos por los que se le acusaba fue sometido a tortura -el potro- pero resistió sin decir nada fue condenado a abjurar de sus pecados en la catedral de Cuenca y a tres años a galeras -como remero, sin sueldo-. Por testimonios posteriores se sabe que consiguió sobrevivir y volvió a El Toboso poco antes de ser expulsado en 1609 juntos a los demás moriscos del pueblo -269- y de España, fuera de las fronteras peninsulares.
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