La novela Un testigo llamado
Cervantes, de Begoña Valero -autora de La casa del compás de oro-, se construye a partir de la investigación de un
proceso judicial histórico de Valencia en 1580, en el que se juzgaba la
supuesta muerte de un pescador. Entre los testigos del juicio se encontró
recientemente la firma de Miguel de Cervantes, y la novelista tira de ese hilo
para reconstruir el proceso, así como la
vida de Cervantes en los años previos durante su cautiverio en Argel. La autora
va intercalando los detalles de la investigación del supuesto asesinato, el encarcelamiento de los sospechosos, los enredos legales en torno
al caso, con los pormenores del cautiverio y los cuatro intentos de huida de
Cervantes en Argel. Se recrea con maestría la ciudad de Valencia en ese año, y
se articula con verosimilitud un variado muestrario de personajes históricos
con otros de ficción. La novela consigue mantenernos atentos
hasta conocer el desenlace final. Es un meritorio trabajo de recreación histórica,
riguroso en la verosimilitud de los hechos, sin dejar de lado la trama novelesca.
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