Hay un capítulo poco conocido de un aspecto importantísimo del funcionamiento de las parroquias locales en el Antiguo Régimen, a pesar de haber dejado ingentes documentos históricos. Me refiero a los beneficios eclesiásticos y a las capellanías, tema que apenas conozco pero sobre el que seguiré a Pedro Ruiz Torres en Reformismo e Ilustración (Crítica/Marcial Pons, Barcelona, 2008). En concreto, en el Archivo Municipal de El Toboso, existen numerosos expedientes sobre capellanías. A partir del Concilio de Trento en el siglo XVI se intentó remediar la accidentada situación económica de muchos sacerdotes y se decidió crear un beneficio o dotación o renta económica anual como condición imprescindible para poder ordenarse, para que pudiesen mantenerse dignamente. Además gozaban de la exención de los impuestos como la alcabala sobre el consumo de determinados productos esenciales. “El beneficio eclesiástico proporcionaba rentas a veces basadas en impuestos religiosos, como los diezmos y las primicias, cobros por el ejercicio del culto y demás derechos, así como en algunas ocasiones procedentes de un patrimonio agrario o urbano vinculado” (p. 136). No todos lograban disfrutar de un beneficio y muchos debían conformarse con las rentas de una capellanía, “obra pía mediante la cual el fundador, por lo general persona acomodada, dejaba en su testamento una cantidad de dinero en forma de renta con el objeto de sufragar un número de misas para la salvación de su alma”. Este procedimiento en muchos casos tenía otros fines paralelos. “El acceso al sacerdocio de un hijo segundo o tercero ahorraba al padre la legítima y a cambio creaban un patrimonio vinculado que le aseguraba el porvenir, con los privilegios y exenciones de la condición eclesiástica”. Estos legados retornaban a las familias a través de nuevos beneficios o capellanías. Esto generaba grandes diferencias entre los sacerdotes según las rentas asignadas. (págs. 136 y 137).
A veces se generaban pleitos sobre la posesión o transmisión de estas rentas. Entre los numerosos expedientes de capellanías del Archivo Municipal de El Toboso, destaca el de una de las capellanías mejor dotadas, la fundada por D. Alejo Martínez a mediados del siglo XVII y que generó numerosos litigios.
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