Conversando recientemente con uno de los últimos representantes de la artesanía del barro en El Toboso, Baltasar Ajenjo de la Rica -que pertenece a la última familia que elaboró tejas en El Toboso-, sobre los barreros, el tratamiento del barro, el amasado, el secado al sol, los cuidados del horno, la venta de las tejas..., dejó caer una anécdota que es la que recojo en este apunte. Un maestro de la escuela de El Toboso, próxima a donde su familia tenía el horno, llamado Don Emilio -no he averiguado aún el apellido-, que le daba clase, le preguntó si su familia podría facilitarle el barro que utilizaban para las tejas y si podrían cocerle una pequeña escultura que pensaba hacer. Así es como se realizó a principios de los años cincuenta del siglo pasado el busto de Cervantes que preside las antiguas y magníficas escuelas de El Toboso, inauguradas en 1929. La escultura se coció junto a una abundante hornada de tejas. Esta tejería dejó de funcionar a principios de los años sesenta y fue la última vez que salió humo de un horno de cocer barro en El Toboso, una actividad que perduraba al menos desde el siglo XV. En la actualidad tampoco el edificio de estas antiguas escuelas se dedica a la docencia -se construyó un nuevo edificio en 2006 a las afueras del pueblo-. Por cierto, qué buen espacio podría ser para organizar cursos de español para extranjeros, a través, por ejemplo, del Instituto Cervantes o de cualquier otra institución.
Según he descubierto más tarde, en un lateral de la escultura aparece el nombre del autor y la fecha: J. Cimas Acosta, 1951. Este maestro, que era sevillano -según me ha informado José Enrique Gómez-, también pintó el fresco sobre el encuentro de Don Quijote y Dulcinea que hay dentro de este edificio de las antiguas escuelas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario