martes, 13 de abril de 2010

Ilustraciones de El Toboso a través de la historia

En este caso nos referimos a ilustraciones con visos de estar inspiradas en la realidad. No incluimos aquí  las representaciones imaginarias que se han hecho en las miles de ediciones ilustradas de El Quijote.
La primera representación visual de El Toboso de la que tenemos noticia es en el dibujo que aparece en el expediente que envió El Toboso en 1752 para el Catastro mandado hacer por el Marqués de Ensenada. Es un dibujo muy básico con trazos casi infantiles, donde aparecen unas cuantas casas, una enorme iglesia que debe ser la Iglesia Parroquial, el convento de San Agustín, la ermita de San Blas, la ermita de Santa Ana y la ermita desaparecida de Santa Catalina. Curiosamente no aparece el convento de Trinitarias ni el de Franciscanas. Aparecen dibujos de viñas y  de olivos y dos molinos y una zona de baldío.

Del siglo XIX  ya disponemos de varios dibujos, y uno de los más antiguos es el aparecido en El Semanario Pintoresco Español, de 1848, con una representación de  la Iglesia Parrroquial.

De unos años después, 1865, hay un dibujo del pintor Carlos de Haes que muestra un detalle del dibujo anterior, la parte situada a su derecha.


Dibujo de Carlos de Haes, 1865

Unos años después -fruto de un viaje por La Mancha de 1893-, el ilustrador Daniel Vierge, para la edición inglesa de 1897 del  libro de Jaccaci The Trail of La Mancha, que ya hemos comentado, publicó entre otros dibujos esta escena típica de la España de la época -parece una escena del Sacromonte- pero donde parece reconocerse, con notables cambios, el espacio próximo a la ermita de la Virgen Morenita-. La escena corresponde a una investigación practicada por la Guardia Civil. En el texto de Jaccaci no se hace alusión a este suceso, que sí aparece ilustrando el texto.

Ilustración de Daniel Vierge sobre El Toboso, 1897

Ya seguiremos con el siglo XX en otro momento.

viernes, 9 de abril de 2010

Un viajero norteamericano en El Toboso a fines del XIX

El periodista y escritor norteamericano August F. Jaccaci hacia 1890 realizó un viaje por la Mancha siguiendo el rastro del Quijote y en 1896 apareció en Nueva York su libro titulado On the Trail of Don Quixote -publicado en España en 1915 como El camino de Don Quijote-. El capítulo dedicado a El Toboso describe sobre todo la posada en la que se hospedó. La obsesión de los viajeros distinguidos debía ser encontrar posadas limpias, y describe gratamente la que encontró: "Su elogio quedará hecho al decir que me evocó a Holanda. Los suelos en ladrillos de patio (sic) y los cuartos, relucián; la luz cruda entraba por las ventanas a través de unas cortinas; algunas estampas de patéticas escenas religiosas adornaban ingenuamente las paredes blanqueadas con cal". La familia que cuidaba esta posada estaba compuesta por dos hijas, María y Juana, y los padres.

Ilustración de Daniel Vierge para la edición inglesa del libro On the Trail of Don Quixote de 1897

Se detiene especialmente en la descripción del padre a quien presenta de la siguiente manera: "Era un fanático, de una intolerancia feroz; uno de los rasgos más fuertes que el extranjero nota en los españoles. Hasta ahora yo no había notado en nadie este sentimiento; pero la de este posadero valía por la de muchos. No era Don Quijote en sus contiendas caballerescas tan aferrado a ideas como este gigante hostelero cuando prorrumpía en invectivas contra las malas costumbres de la generación actual, contra la indiferencia religiosa reinante, contra la inobservancia de prácticas establecidas por la santa madre Iglesia católica. (...) Según él, este mundo iba a la ruina por un camino lleno de abrojos, lo cual corroboraba con el incalificable proceder de unos gobiernos que, escandalosamente, sin respeto alguno humano o divino, robaron a la Iglesia española sus tierras, sus casas, sus tesoros, dejando en la calle a frailes y monjas. Antes, en El Toboso mismo, a cada paso podía encontarse, si no una iglesia, una capilla, un convento. De todo este culto, sólo dos iglesias habían quedado para todo el pueblo. ¿Cómo, sin inguna riqueza, irá ahora la Iglesia poder realizar el bien?".
Este personaje que describe Jaccaci muestra su opinión crítica  respecto a la desamortización que se llevó a cabo a mediados del siglo XIX y que puso en manos privadas foráneas miles de hectáreas y de numerosas fincas urbanas que pertenecían a la Iglesia en El Toboso -y que analizaremos más detalladamente en otra entrada.
Jaccaci sigue narrando la situación que se vivía en la posada, marcada por el fanatismo religioso del propietario -rezos continuos...-, que sería la causa de la escasa clientela. Prosigue: "Cuando, por la tarde, oía cantos de alegría en la vecindad  y le preguntábamos, contestaba con cierto sentimiento:
-Es de la otra posada. Dios quiera que el fuego consuma de arriba abajo, hasta los cimientos, esa casa de herejes".
Poco más añade el escritor, salvo mencionar que todavía persiste la industria tinajera.
En unos cuantos párrafos Jaccaci nos ha presentado a todo un personaje, representante quizá de un estado de opinión en una parte El Toboso en esa época.
Foto de J. Arnau posterior -1932- que también muestra una escena de una posada en El Toboso

Podemos suponer que Jaccaci no quiso poner el nombre del posadero al de describió con trazos tan gruesos, ni siquiera puso el nombre real de sus dos hijas, porque de la literatura a la realidad suele haber distancias aunque se trate de una crónica de viajes. Sí sabemos que la posada que aparece en la fotografía de Arnáu, estaba regentada por dos hermanas, Carmen y Juliana. No podemos deducir nada más.

martes, 6 de abril de 2010

El Toboso y el teatro

El Toboso tiene una estrecha relación con el teatro, que no es reciente. Gracias a la fama del Quijote y al universal personaje de Dulcinea, en 1673 se compuso una obra teatral representada en los teatros de Madrid –que curiosamente aún no ha sido representada en El Toboso- cuya acción transcurre en parte en El Toboso, titulada El hidalgo de la Mancha, realizada por varios autores –Juan de Matos Fragoso, Juan Bautista Diamante y Juan Vélez de Guevara-. En uno de los pasajes se dice:

“-Alvarado: Buen lugar es El Toboso
  -Don Juan: Es el mejor de la Mancha
                    es ilustre en gala y en nobleza.
-Alvarado: Y hace muy grande ventaja
                  A Madrid en una cosa.
-Don Juan: ¿Dime cuál es?
-Alvarado: Es muy clara,
                 que allá dan agua por vino,
                 y aquí dan vino por agua”.

De 1905 disponemos de una fotografía que nos da noticia de que en El Arco había un teatro.


También podemos incluir en este artículo a la hija de la toboseña Benita Cano Rodríguez –lavandera-, Consuelo Vello –de niña ayudó a su madre a lavar ropas ajenas en la ribera del Manzanares-, que pasó de ser una pobre chica de la calle a la reina del cuplé. Nacida en Madrid en 1884, conocida artísticamente como La Fornarina, triunfó en los mejores teatros de toda Europa -París, Berlín, Budapest...- en los primeros años del siglo XX. Llevó a su apogeo la canción popular. Murió joven -Mariano Benlliurre le esculpió su sepultura en el cementerio de San Isidro- y dejó una inmensa fortuna a su padre y hermanos.


Aún pervive en la memoria colectiva algunas representaciones teatrales de aficionados del pueblo durante la posguerra.

En este breve recorrido por la relación de El Toboso con el teatro merece un lugar destacado la creación de las Jornadas Cervantinas en 1992 –impulsadas por José Angel Muñoz- y que desde entonces ha contado con las representaciones teatrales de actores del pueblo, constituidos en la Compañía de Angulo El Malo. A lo largo de los años esta compañía ha ofrecido montajes de teatro de calle basados en las obras de Cervantes, desde los entremeses –El retablo de las maravillas, La guardia cuidadosa, La cueva de Salamanca-, las comedias –Pedro de Urdemalas-, novelas ejemplares –Rinconete y Cordadillo- a distintas versiones del Quijote. En 2002 pusieron en escena un montaje denominado Teatro de cautivos a partir de Los tratos de Argel, Los baños de Argel y La gran sultana. Otros años también han representado obras de Shakespeare, Tirso de Molina, Lope de Vega o Sor Juana Inés de la Cruz.


Al mismo tiempo han ido surgiendo otros grupos como los Tobaretax y el grupo Agape Teatro, que completan la oferta teatral de las Jornadas Cervantinas.

El grupo teatral Agape de El Toboso


Este año las XIX Jornadas Cervantinas se celebran desde el 15 de abril con exposiciones y conferencias y las representaciones teatrales son los días 24 y 25 de abril, con una variada oferta  -entremeses cervantinos, pasacalles, rondas literarias, teatro infantil...

martes, 23 de marzo de 2010

Espigadores en El Toboso

Mujeres de El Toboso segando (1948)
(Foto procedente del libro de Tomás Moreno y Herminia Morales, Los legados de la tierra. El Toboso. Reencuentro con el ayer, 2009)

Es muy conocido el cuadro de Millet titulado Las epigadoras y hace unos años vimos el extraordinario documental de Agnes Varda Los espigadores y la espigadora (2000), que nos trajo a la memoria el viejo oficio de "rebuscar" y en concreto el de espigar, es decir, recoger las espigas abandonadas tras la siega. Hace poco encontré una documentación sobre un suceso acaecido en El Toboso en 1898 a causa precisamente de intentar espigar, que pone en evidencia los riesgos de esta tarea a la que tenían que recurrir las personas más necesitadas para sobrevivir. En el libro de Gutmaro Gómez Bravo La violencia en Castilla La Mancha durante la Restauración (1875-1923), Ediciones Parlamentarias de Castilla La Mancha (p. 141) encontramos lo siguiente: "La sentencia de 13 de septiembre de 1899 de la Audiencia de Toledo, instruida por el Juzgado de Primera Instancia de Quintanar de la Orden, narra los hechos producidos la tarde de 24 de junio de 1898 en que se hallaban espigando en un rastrojo, con autorización de su dueño, los procesados Ciriaca Toledo y su hermano Salvador: entonces este tenía 13 años y no se consideraba edad de discernimiento bastante, cuando se les acercó el otro procesado Cosme Coronado, y sin razón ni pretexto que lo justificase, les ordenó que se marchasen. La Ciriaca se dirigió a él, asegurándole que tenían permiso del dueño para poder espigar aquella finca, pero por lo visto se irritó el guarda que sin mediar palabra “comenzó a golpearla”, en cuyo momento el Salvador, en defensa de su hermana cogió una piedra y se la tiró; Cosme Coronado montó la escopeta y la disparó contra Salvador sin lograr acertarle.
La Audiencia de Toledo le condenó por un delito de disparo de arma de fuego a una pena de 8 meses y 21 días de prisión correccional.
Posteriormente, la defensa interpuso recurso, sosteniendo que el guarda había obrado en el cumplimiento de su deber que era vigilar la finca.
El Tribunal Supremo desestimó el recurso “porque lejos de ajustarse al ejercicio de sus funciones, empleó innecesariamente la fuerza, con notorio abuso de la que necesitaba para ello”.

jueves, 18 de marzo de 2010

El testimonio de Gabriel de Villanueva, vecino de El Toboso, en un proceso inquisitorial contra la memoria de su abuelo

Estampado de un sello de la Inquisición de Cuenca

En 1492, justo el año de la expulsión de los  judíos de España, se inició un proceso inquisitorial (Arichivo Diocesano de Cuenca, Santo Oficio, Leg. 9, nº. 182), contra el converso Pedro Rodríguez de Villanueva, vecino de Quintanar, acusado de haber judaizado. En dicho proceso intervino Gabriel de Villanueva, nieto del acusado, vecino de El Toboso, que negó todos los cargos, con argumentos como los siguientes: "(...) apartándose de compañías judaycas, tratando e conversando con buenos labradores llanos e con cristianos de natura, entendiendo en su labrança e criança, no en usuras, logros ni otros contratos ylícitos e reprovados en que judíos solían e acostumbraban entender (...)". Sigue argumentando que no guardaba el ayuno judío ni se escondía en presencia de la cruz. El proceso duró varios años y finalmente se concluyó que no había suficientes pruebas para hacer condenación de la memoria y la fama del abuelo del toboseño Gabriel de Villanueva. Este proceso se inserta en las investigaciones sobre los antepasados judíos de Fray Luis de León, natural de Belmonte.


viernes, 12 de marzo de 2010

El Toboso y el cine

Tras el peso de la literatura, El Toboso también tiene historia cinematográfica, independientemente de toda la producción realizada en torno al Quijote -para hacerse una idea basta con ver Quijote cabalgando por cine de Javier Rioyo, de 2005.
La primera referncia de la aparición de El Toboso en el cine de la que tenemos noticia es el período de la II República, con el documental La ruta de D. Quijote, realizado por Ramón Biadiu en 1934, siguiendo la ruta marcada por Azorín. En El Toboso se detiene escasos minutos -con imágenes de las eras del pueblo con la torre al fondo, de la Iglesia parroquial, del arco-. El documental sólo dura 18 mm. y recorre Campo de Criptana, lagunas de Ruidera, Sierra Morena... 


Fotograma de La ruta de D. Quijote, Ramón Biadiu, 1934

Como ya no existían tinajeros ni alfareros en El Toboso las secuencias de las tinajas que aparecen en el momento que supuestamente transcurre en El Toboso, evocando el famoso pasaje de las "tobosescas tinajas" fueron rodadas en realidad en las cantarerías de Mota del Cuervo.

En pleno período franquista se rodaron en El Toboso algunas escenas de Don Quijote de la Mancha de Rafael Gil (1947), con Rafael Rivelles y Juan Calvo en los papeles protagonistas.


Fotograma de Don Quijote de la Mancha de Rafael Gil (1947)

A pesar de la férrea censura, algunos cineastas consiguieron hacer un cine diferente, como es el caso de J. A. Bardem. Este director rodó  algunas escenas de La venganza (1958) en El Toboso. Se trata de un denso drama rural donde se plantea el tema latente del dilema entre el ajuste de cuentas o el perdón y la reconciliación tras la cruenta guerra civil -la película estuvo nominada al oscar a la mejor película extranjera.



Fotograma de La venganza, de J. A. Bardem (1958)

En los años posteriores se rodaron algunos documentales, pero la siguiente película de ficción, ya en la etapa democrática, fue Monseñor Quijote, de R. Bennett (1985), basada en la novela homónima de G. Greenne, que contó con la actuación de Alec Guinness. Se cuenta la historia de un Quijote y un Sancho tranformados en cura y alcalde comunista del siglo XX.


En la película de 2004 El chocolate del loro (Ernesto Martín) se hace una alusión a El Toboso. Uno de los personajes de esta comedia costumbrista ha perdido a sus padres -según se cuenta al final de la película- en un terrible accidennte de carretera en una circunvalación de El Toboso. En realidad quizá haga alusión al terrible accidente de carretera que hubo en la circunvalación de Quintanar de la Orden en 1981 en el que murieron 26 personas cuando regresaban de la fiesta del PCE.
El año 2005 Javier Rioyo dirigió un documental titulado Don Quijote cabalgando por el cine, e incluye unas imágenes de una película que no he identificado, donde aparece la escultura de D. Quijote y Dulcinea animados.

 
Fotograma del doc. de Javier Rioyo Don Quijote cabalgando por el cine

Tambíen en 2005, dos jóvenes ralizadores ( Kike Narcea, Quique Corrales) realizaron el corto documental Buscando Barataria, un recorrido en vespa por La Mancha, de tono desenfadado, intentando romper con los tópicos centenarios al uso, buscando voces nuevas.


Fotograma de Buscando Barataria, con la entrevista a dos jóvenes toboseños, Segio y Marcos

El 2007, la producción de animación Donkey-Xote (J. Pozo, 2007) recoge imágenes digitalizadas de El Toboso.
En 2009 se rodó en El Toboso el corto El caballero irreal de Miguel Bañez, en el que participaron varios reconocidos actores del pueblo.

sábado, 6 de marzo de 2010

El Toboso y las tinajas


La fama de El Toboso  no se debió a grandes gestas, sino principalmente a sus tinajas, y, como es de todos sabido a su Dulcinea. En realidad, la fama de las tinajas y el personaje literario van a ir unidos.

Los documentos más antiguos que hacen referencia a la producción de tinajas son del siglo XV, en una referencia de un proceso inquisitorial y en una reclamación judicial. Después, en 1536, en una escritura de partición de bienes se dice: “… yten dos tinajas toboseñas e otras dos toledanas” . Las primeras noticias fidedignas de las tinajas producidas en El Toboso pertenecen a la Relaciones de Felipe II de 1575: “Lo que en dicho pueblo se ha labrado mejor que en otro lugar de España son tinajas para tener vino y aceite y lo que más quisieran echar en ellas, y de hacer hay en dicho pueblo mucha pericia y sciencia, este trato va ya cesando por la falta de leña para las cocer”.


Ilustración del pasaje de las tinajas en El Quijote
de la edición de Ibarra de 1782

En un inventario de 1604 queda constancia de que se hacían tinajas de 16, 25, 30, 70 y 80 arrobas. También se hacían piezas menores conocidas como “tinillos” que se utilizaban como orzas de matanza.

Pero será Cervantes quien recoja en El Quijote la fama de estas tinajas para ilustrar el poder de evocación que ejercen sobre el protagonista de su novela: “Halló Don Quijote muchas tinajas a la redonda, que por ser del Toboso se renovaron las memorias de su encantada y transformada Dulcinea”. Por lo tanto las tinajas y Dulcinea de El Toboso quedan indisolublemente unidas para siempre.

En el siglo XVIII, después de ver reducida su población a la mitad a lo largo del siglo XVII, a través del Catastro de Ensenada de 1752, sabemos que en el pueblo hay cinco tinajeros y varios hornos de cocer tinajas.

De 1865 disponemos de dos dibujos de Carlos de Haes sobre los hornos de las tinajas. El paraje donde se situaban los hornos era conocido como “El Obrador”, a la salida del pueblo en dirección Miguel Esteban.


A finales del siglo XIX hay noticias de dos tinajeros: Vicente Gómez Barrajón y Valeriano León Martínez. Debieron hacerse tinajas más grandes para la creciente producción de vino.

En 1911 cuando Pío Baroja publicó El Arbol de la ciencia, aparece una referencia a la fama perdurable de estas tinajas: “Se explicaba que la fantasía de la gente hubiese transformado en duendes aquellas ánforas vinarias, de las cuales, las ventrudas y abultadas tinajas toboseñas, parecían enanos; y las altas y airosas fabricadas en Colmenar tenían aire de gigantes”. Efectivamente, las tinajas de El Toboso se caracterizaron desde el siglo XVI por ser de tamaño medio y forma abultada.

Fotograma de La ruta del Quijote de Ramón Biadiú (1934)

Todo parece indicar que el pueblo perdió su larga tradición tinajera desde comienzos del siglo XX. Cuando en 1934 Ramón Biadiu rodó parte del documental La ruta del Quijote en El Toboso, para evocar el famoso pasaje de "las tobosescas tinajas" tuvo que rodar en las cantarerías de Mota del Cuervo las secuencias que supuestamente transcurren en El Toboso.  Cuando hace posar a una muchacha delante de una tinaja no acierta en el modelo de tinaja –que no es la típica toboseña que sí supo representar Ibarra en su ilustración de 1782.
Entre las numerosas ilustraciones de los capítulos 8 y 9 de la II parte de El Quijote quizá una de las más acertadas es la de Montaner de 1880-1883 -ilustrador Ricardo Balaca-, porque al presentar el pueblo que descubren Don Quijote y Sancho, aparece como detalle de verosimitud, en un lugar destacado, una tinaja, símbolo universal del pueblo. Llama la atención, sin embargo, que no se haya pensado nunca en hacer un museo sobre las ilustres tinajas de El Toboso -desperdigadas, abandonadas, olvidadas-, a pesar de ser inmortalizadas a través de El Quijote y una de las pocas "industrias" que ha tenido el pueblo a lo largo de su historia.
Ilustración de la edición del Quijote de 1880 de Montaner

Gómez Gallego, Luis, Las tinajas en la historia de El Toboso, Albacete, 2012

http://www.scribd.com/doc/27916253/El-Toboso-y-Las-Tinajas

La puerta noreste de la cerca de El Toboso

 Pasadas las celebraciones y fiestas de agosto, tenemos que llamar la atención sobre el lamentable estado de deterioro de una de las dos pue...