viernes, 19 de abril de 2024

La persecución inquisitorial de la familia Alonso-Villanueva de El Toboso

 El Archivo Diocesano de Cuenca contiene un conjunto de expedientes inquisitoriales referidos a El Toboso de inestimable valor para conocer aspectos fundamentales de su historia. Gracias a la excelente investigación del historiador Alfonso Ruiz Castellanos disponemos de la transcripción de algunos de estos procesos, por ejemplo, los referidos a la familia Alonso-Villanueva, que fue perseguida con saña desde finales del siglo XV, acusada de prácticas judaizantes.

Mari Alonso (1420-1486) era hija probablemente de padres judíos convertidos al cristianismo después de las persecuciones de fines del siglo XIV, que disponían de una notable hacienda, y se casó con otro judeoconverso procedente de Valencia llamado Gabriel Tristán (1415-1476), sastre de oficio, que llegó a ser regidor y alcalde de El Toboso. Este matrimonio vivió en una casa junto a una de las puertas de la muralla, al lado de las eras de Ayuso, donde se cocían y vendían tinajas, disponiendo de varios criados que los acabarían denunciando. En esta época no había judería en El Toboso, a diferencia de Quintanar de la Orden. Tuvieron una única hija, Catalina Alonso, que se casó con el converso Fernando de Villanueva, de Quintanar de la Orden, apodado el Caballero, que participó en importantes hechos de armas. Este matrimonio murió durante la epidemia de peste de 1483 con apenas unos 40 años de edad, y sus 8 hijos vivieron con su abuela Mari Alonso hasta la muerte de esta en 1486. Desde 1491 se van a iniciar una serie de procesos inquisitoriales contra Mari y Catalina Alonso, Gabriel Tristán y Fernando de Villanueva -es la época del inquisidor Torquemada, la expulsión de los judíos y la persecución de los conversos-, acusados de realizar prácticas judaizantes (no comer tocino, quitar el sebo de la carne, no trabajar los sábados, practicar rezos a la manera judaica, seguir rituales específicos en el nacimiento y en la muerte…), siendo condenados después de muertos (fueron desenterrados sus huesos y quemados públicamente en auto de fe y confiscados sus bienes) y recayendo el oprobio en sus hijos y nietos (quedando inhabilitados para ejercer oficios públicos, y siendo testigos de los sambenitos colgados en la iglesia parroquial).

Los hijos de Catalina y Fernando se establecieron en su mayoría en los pueblos limítrofes. Algunos de ellos van a tener que enfrentarse a los procesos inquisitoriales de sus antepasados y de ellos mismos (María, Gabriel, Diego y Pedro, que acabó huyendo a Roma). Esta influyente familia tuvo numerosos enemigos por cuestiones de poder y personales que van a testificar contra ellos ante el tribunal de Cuenca. De una rama colateral de esta familia fue Fray Luis de León, que también acabaría siendo procesado por la Inquisición.

Restos de una de las puertas de la antigua muralla de El Toboso, junto a la que vivieron Mari Alonso y Gabriel Tristán, su hija y nietos, a finales del siglo XV, perseguidos por la Inquisición.

martes, 16 de abril de 2024

La gran torre de El Toboso

 Aunque la torre de la iglesia parroquial de El Toboso ha servido para rehacer una de las frases más comentadas de El Quijote y dotarla de un significado de mayor alcance - "con la Iglesia hemos topado, Sancho" de carácter anticlerical, en vez de la literal "con la iglesia hemos dado, Sancho"-, el investigador Francisco Javier Escudero nos proporciona datos muy esclarecedores sobre el sustrato histórico detrás del pasaje literario. Gracias a los datos aportados tras su trabajo de años por los archivos de La Mancha, hoy sabemos, por ejemplo,  que la construcción de la gran torre de El Toboso se prolongó durante más de 50 años, y que los habitantes de la villa de El Toboso tuvieron que aportar grandes sumas de ducados para sufragar los gastos y pagar a los canteros. Los principales canteros que intervinieron fueron  Juanes de Verdulaza y  Román de Izaguirre, de origen vasco. El concejo litigó con ellos  por los problemas constructivos detectados y por la reclamación por el retraso en el pago de sus honorarios. Javier Escudero, en su afán de buscar un soporte documental a la gran novela cervantina, llega a decir que el episodio de la segunda parte en el que Don Quijote y Sancho buscan el palacio de Dulcinea y se encuentran con la supuesta gran torre, en realidad sería una ironía, porque en el tiempo en el que se concibió esta  novela aún no estaría terminada la torre, y era notorio en la zona el retraso de las obras. En cualquier caso, hoy podemos contemplar una de las torres más contundentes y de mejor factura de toda La Mancha, testigo del esfuerzo de la villa por dotarse de un símbolo acorde con su ambición.

La torre de la iglesia parroquial de El Toboso. Fotografía de Luis Gómez Gallego


Recientemente, a partir de  la obra de este investigador Las otras vidas de Don Quijote se ha realizado un documental titulado Descubriendo El Quijote






miércoles, 3 de abril de 2024

El doctor Esteban Zarco de Morales

 El doctor Esteban Martínez Zarco de Morales Villaseñor, estudió Jurisprudencia en el Colegio de los Españoles de Bolonia y desempeñó diversos cargos, como corregidor de las villas de Requena y Utiel, así como alcalde ordinario y regidor de la villa de El Toboso, y familiar de la Inquisición. Fue el redactor de la relación informativa de esta villa que se envió a requerimiento de Felipe II, con datos importantísimos referidos al año 1576. Vivió en la que se conoció como casa de la Torrecilla, en la actualidad convertida en la Casa Museo de Dulcinea. Tuvo un hijo y un nieto llamados Flaminio. Fundó un mayorazgo que heredó su nieto. Tuvo una hermana llamada Ana, que la leyenda ha convertido en inspiradora de la figura de Dulcinea. El doctor murió en 1600. En su disposición testamentaria detalló las armas del escudo familiar que confirmase su condición hidalga, aunque hay que aclarar que eso no le había librado de pagar  tributos, y a pesar de los intentos de su hijo por conseguir la exención fiscal, no lo consiguió, por la fuerte oposición del concejo de El Toboso. Ejerció como abogado y fue un rico hacendado. Tuvo numerosos litigios con el concejo de El Toboso por la posesión de tierras comunales, así como con el clan rival de los Ortiz. 

El mayorazgo se disolvió en 1713 al morir la última poseedora, Catalina Morales, sin descendencia. No se puedo cumplir la voluntad del doctor Zarco de crear una capilla si se disolvía el mayorazgo por falta de recursos, pero si se creó una capellanía con los menguados recursos restantes, después de una agria disputa con las autoridades civiles, amenazadas de excomunión por el delegado del prior de Uclés. Con el tiempo la casa fue adquirida por el convento aledaño de la Concepción, que a su vez sería desamortizada en el siglo siguiente y pasó a particulares, quedando en estado ruinoso hasta su rehabilitación en los años sesenta del pasado siglo, destinándose a museo que recrea cómo sería la casona de un hidalgo de la época de Cervantes.

Las previsiones pormenorizadas del doctor Zarco respecto a su memoria y estirpe acabaron por disolverse en el tiempo, pero la fama de un personaje literario hizo que se decidiese restaurar su casa y volver a levantar los viejos blasones abandonados entre ruinas. 


Casa de la Torrecilla, que perteneció al doctor Esteban Zarco de Morales, en la actualidad Casa Museo de Dulcinea.

A.G.A. Estado previo a la restauración de la bodega de la llamada casa de la Torrecilla, hoy Museo de Dulcinea

Estado ruinoso de la casa de la Torrecilla en las primeras décadas del siglo XX

Propuesta de la interpretación de las armas del escudo del doctor Esteban Martínez Zarco de Morales Villaseñor, aunque no es la representación usual de los Zarco

Fotografía de los escudos del Dr. Zarco en fotografía de Wonderluch de los años 30



Firma del doctor Zarco de Morales

 
Colegio de los Españoles en Bolonia





Parajes de El Toboso en el Catastro de Ensenada

  Detalle de un mapa del partido judicial de Quintanar de finales del siglo XIX con el término municipal de El Toboso, con sus principales c...