jueves, 1 de septiembre de 2011

Recuperación de la memoria histórica en Quintanar de la Orden




Recientemente he tenido conocimiento de que en el Cementerio Municipal de Quintanar de la Orden están colocadas varias placas conmemorativas con los nombres de los republicanos fusilados tras la Guerra Civil, cuyos cuerpos estuvieron depositados durante decenios en una fosa común. Aparecen los nombres agrupados por pueblos, y en concreto aparecen los nombres de diez toboseños. No es necesario acudir a los referentes de la historiografía más reciente sobre la Guerra Civil y la posguerra -algunos historiadores hablan de "holocausto", otros de "gulag" para calificar con referentes universales las matanzas entre  españoles-, sencillamente es un acto de civilización póstuma superadora de la barbarie.

miércoles, 20 de julio de 2011

Las industrias de El Toboso a finales del siglo XIX


Los Anuarios del Comercio y la Industria en el siglo XIX eran una especie de Páginas Amarillas donde se exponían los principales datos de cada pueblo y ciudad de España, detallando los negocios y profesiones liberales existentes -no se especifican los propietarios agrícolas-. Así encontramos en el Anuario del Comercio y la Industria de 1883 los siguientes datos sobre El Toboso: la población era de 1816 habitantes, el alcalde se llama Enrique Ortega, el maestro Silverio Yébenes, la maestra Inocencia Sierra. Había fábricas de aguardiente -hermanos Lozano y Mª Eugenia Villegas-, un tratante de carnes –Manuel Sánchez-, carpinteros –Francisco Cano, Antonio Gómez, Manuel Lamadrid-, constructores de carros –Raimundo Marín, Domingo Morales, José María Nieto-, cererías –Calixto Manzanares-, Juan Antonio Muñoz, Miguel Olmo y Eleuterio Sánchez-, un cerrajero –Telesforo Hernández-, un cirujano –Crisóstomo Carrasco-, un estanquero –Francisco Rodríguez-, un farmacéutico –Francisco Muñoz-, un guarnicionero –Diego Guillén-, herreros –Vidal Marín, Juan de Dios Robles-, un médico –Cristóbal de Diego y Cholvi-, panaderos –Santos Alcolado, José Benito, Cosme López, Luis Lucendo, Francisco Ortiz, Francisco Valdepeñas-, sastres –Nicolás Araque, Marcelino Hernández, Nicasio Panduro, Jesús Sánchez-, fábricas de tinajas de Vicente Gómez Barrajón y Valeriano León Martínez.
De todos estos negocios solo ha sobrevivido el de las cererías, que es la industria más importante del pueblo. Desaparecieron las fábricas de aguardiente y las fábricas de tinajas. El pueblo optó por la agricultura como fuente casi única de ingresos, lo que sin duda contribuyó a prolongar su decadencia.

miércoles, 29 de junio de 2011

Los moriscos de El Toboso

Francisco J. Moreno Díaz publicó su tesis doctoral con el título de Los moriscos de la Mancha (CSIC, Madrid, 2009) y se trata de una obra metódica, profunda, con una utilización magnífica de las fuentes documentas -especialmente de los protocolos notariales-. A lo largo de toda la obra,, en la que se analizan aspectos económicos y sociales de la minoría morisca expulsada de Granada y asentada a la fuerza en diversos pueblos de La Mancha, se proporcionan datos sobre los moriscos de El Toboso. Así por ejemplo, aparte de los datos que ya conocíamos sobre su número -se pasa de  los 161 sobre una población de 3.461 en 1571 a 269 sobre una población de 4.500 en 1610-, descubrimos el precio que pagaron por las casas que adquirieron al ser obligados a establecerse en la villa -desde los 120 ducacos que pagó Alonso Martínez o los 200 reales que pagó Luis García Zarco-, sus profesiones -tenderos de especiería, agricultores de azafrán, braceros...-. Que Diego de Mendoza y otros firmaron un contrato para segar con Luis y Gabriel de Villanueva en 1602, donde se estableció que por cada fanega de trigo o candeal de cien varas cuadradas, los moriscos recibirian "ocho reales y cuartillo, dos azumbres de vino y celemín y medio de harina o candeal y 4 onzas de tocino y 4 de queso y en cada diez fanegas de candeal o trigo una borrega". A algunos se les permitió salir del pueblo para comerciar en Toledo -aunque por lo general otro debía avalarlos con sus bienes para permitirselo-, pero aparecen testimonios de protestas porque no se les permite negociar con el transporte -trajineros- de trigo desde Cartagena para el pósito municipal -no dejándoles competir con los parientes y allegados de los concejales-. Durante los años que permanecieron en la villa fueron sometidos a un severo control religioso, político y social. Cuando finalmente fueron obligados a abandonar El Toboso y España, tuvieron que malvender sus propiedades y negocios y así el autor adjunta una detallada lista de damnificados-según reflejan los protocolos notariales celebrados entre febrero y abril de 1610-. Por ejemplo Ginés Mayoral, Juan Vicario y Ginés Zarco se vieron obligados a vender a Juan de Morales -carpintero- 6 fanegas de tierra sembradas de cebada por 174 reales. En otros casos vendieron la inversión en tierras sembradas de azafrán o cebada. Curiosamente el tendero García Zarco donó a la parroquia más de 1000 reales al ser expulsado y Diego Velázquez regaló a la cofradía "del nombre de Jesús de la villa y a su mayordomo" 283 reales. Por su parte a Alonso Tomé, a Martín de Teruel y a Martín de Chichilla les incautaron sus casas. El autor también proporciona datos muy interesantes sobre los más diversos aspectos de la vida cotidiana de estos españoles obligados a abandonar España por la intransigencia religiosa y política.

lunes, 27 de junio de 2011

Arboles de El Toboso

Desgraciadamente quedan pocos árboles en el campo de El Toboso, por eso destacan algunos ejemplares aislados. Por ejemplo esta extraordinaria encina que en su tiempo debió formar parte de los accesos al monte de Gúzquez, y que milagrosamente ha sobrevivido -la extensión de viñedo acabó con casi todos los árboles del término-. Hasta hace unos años permitía  apreciar una gran vista de El Toboso, como aparece en esta fotografía. Los árboles y las estaciones, esa pareja eterna.
La encina en invierno
El paisaje forma parte del patriminio de todos, pero su valoración y conservación son muy difíciles de conseguir. En el campo de El Toboso son más numerosos los ejemplares de grandes almendros como estos de la fotografía de hace algunos años, situados junto a una antigua huerta con una casa recientemente remozada.
Los almendros en febrero



Almendros en verano

Otra especie muy distinta, prácticamente el único árbol ornamental que encontramos, es el ciprés, asociado por estas tierras a la simbología funeraria.
Cipreses del cementerio en noviembre

Otras especies de árboles han estado a punto de desaparecer, como los olmos, víctimas de la grafiosis, sin embargo de algunos retoños se han vuelto a formar espléndidos ejemplares.
Olmos -salvados después de la grafiosis- en verano

Olmos en la Casa museo de Dulcinea

El membrillero en septiembre


Olivares en enero

Exóticos pistachos

miércoles, 15 de junio de 2011

Las antiguas casas de campo de El Toboso



Hace once años realicé una exposición de fotografía en el centro cultural José Angel Muñoz sobre las casas de campo semiderruidas de El Toboso. Hoy prácticamente han desaparecido. A medida que no se renovaba la capa de cal y se retejaba, el adobe y los tapiales se han ido fundiendo con la tierra. Eran el vestigio de la vida en el campo, cuando el transporte era mucho más lento y se vivía durante semanas en ellas. Había decenas de estas casas, con sus cuadras con pesebres, el fuego y el camastro. Las más modestas eran de una sola pieza, pero también había otras de dos pisos, con la cuadra separada de la cocina en la parte inferior y un palomar en la planta superior -con las características cuadrículas de adobe, como una especie de panal-. Las ventanas, si las había debían estar orientadas al midiodía al igual que la puerta, o en todo caso al saliente, pero nunca al norte, para evitar el cierzo. Por lo general se las conocía por el nombre o el apodo del propietario aunque otras hacían referencia al paraje donde estaban ubicadas -casa de "La Rambra" por ejemplo, que aparece en la imagen de abajo a la derecha-. Formaban parte esencial de nuestro paisaje. Hoy a lo sumo quedan algunos restos, un montón de escombros en todo caso.






 
 

sábado, 28 de mayo de 2011

El Toboso, El Quijote y Bienvenido Mister Marshall



Aunque por desgracia no se rodó ninguna secuencia de esta  extraordinaria película del tristemente fallecido Luis García Berlanga en El Toboso -y no dedico este blog a comentar cuestiones de actualidad-, no puedo evitar asociarlos. Hoy ha aparecido un artículo titulado Hidalgos de puertas adentro en El Viajero que pone en evidencia la inversión millonaria llevada a cabo en el Museo del Hidalgo de Alcázar de San Juan. Curiosamente, queda de manifiesto la necesidad de conectar ese museo con  El Toboso: "Miguel de Cervantes no quiso acordarse de ese lugar de La Mancha donde hace más de cuatro siglos vivía un hidalgo "de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor", pero sí dejó las señas de su amada soñada: El Toboso. Conocida desde antiguo como Casa de la Torrecilla, la casa museo de Dulcinea en El Toboso se alza en el lugar donde vivió Ana Martínez Zarco de Morales, la Dulce Ana que inspiró a Cervantes el personaje femenino del Quijote. Fue reconstruida en los años sesenta del pasado siglo y amueblada con enseres de la época que le han permitido recuperar el aspecto que debió de tener en el siglo XVI, con las dependencias de labranza en la planta baja, las alcobas en la parte superior, huerto y palomar. "Has de saber, Sancho, si no lo sabes, que dos cosas solas incitan a amar más que otras; que son la mucha hermosura y la buena fama, y estas dos cosas se hallan consumadamente en Dulcinea".
El pasado 13 de abril la Comisión de Cultura del Congreso de los Diputados  aprobó una proposición para la creación de una Red de Centros Cervantinos de cara a 2015. Por supuesto se han elegido  lugares de tan "probada" conexión cervantina como Argamasilla de Alba y Alcázar de San Juan. Por supuesto no se incluye a El Toboso, ese lugar que sólo se menciona unas cuantas decenas de veces en El Quijote -que creó una extraordinaria colección de Quijotes desde los años 30 y que en la actualidad tiene numerosos ejemplares en distintas lenguas que exhibe en un Centro Cervantino creado hace varios lustros, por el que han pasado decenas de miles de turistas, que lleva celebrando 20 años unas jornadas cervantinas con representaciones teatrales de la obra cervantina con tan pocos medios como entusiasmo de todo sus vecinos-. Si el IV Centenario de la I parte del Quijote pasó por El Toboso como un Mister Marshall -se repartieron los dineros por toda la región a partes iguales, diluyendo y devaluando la ruta del Quijote, y así  a El Toboso le tocaron sus 300 árboles de rigor y dos merenderos y se limpió el polvo del Museo de Dulcinea-, el IV Centenario de la II Parte en 2015 lleva camino de volver a ningunear a este pueblo olvidado de todas las administraciones a la hora de la verdad. Recientemente el Ayuntamiento de El Toboso aprobó por unanimidad en un Pleno elevar una queja a la Comisión de Cultura del Congreso que aprobó esa propuesta que relega a El Toboso una vez más. Me temo que tendremos que volver a engalanar el pueblo y vestirnos de época -como tantas veces, que para eso estamos- para cuando vuelvan los eternos Mister Marshall de paso hacia los afortunados centros cervantinos. Cervantes, que tanto supo de contrariedades, de la negación de reconocimiento y valía se sorprendería de cómo se reparten los certificados de idoneidad cervantina  asociados a las prebendas de centenario.



La puerta noreste de la cerca de El Toboso

 Pasadas las celebraciones y fiestas de agosto, tenemos que llamar la atención sobre el lamentable estado de deterioro de una de las dos pue...