Hace once años realicé una exposición de fotografía en el centro cultural José Angel Muñoz sobre las casas de campo semiderruidas de El Toboso. Hoy prácticamente han desaparecido. A medida que no se renovaba la capa de cal y se retejaba, el adobe y los tapiales se han ido fundiendo con la tierra. Eran el vestigio de la vida en el campo, cuando el transporte era mucho más lento y se vivía durante semanas en ellas. Había decenas de estas casas, con sus cuadras con pesebres, el fuego y el camastro. Las más modestas eran de una sola pieza, pero también había otras de dos pisos, con la cuadra separada de la cocina en la parte inferior y un palomar en la planta superior -con las características cuadrículas de adobe, como una especie de panal-. Las ventanas, si las había debían estar orientadas al midiodía al igual que la puerta, o en todo caso al saliente, pero nunca al norte, para evitar el cierzo. Por lo general se las conocía por el nombre o el apodo del propietario aunque otras hacían referencia al paraje donde estaban ubicadas -casa de "La Rambra" por ejemplo, que aparece en la imagen de abajo a la derecha-. Formaban parte esencial de nuestro paisaje. Hoy a lo sumo quedan algunos restos, un montón de escombros en todo caso.
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