Son numerosos los testimonios sobre la llamada Guerra de la Independencia de los españoles contra los invasores franceses entre 1808 y 1813 y en concreto de su paso por La Mancha y El Toboso. Tenemos crónicas y relatos de viajes de los franceses Rigel, Naylies, Rocca, del inglés Locker, numerosas cartas de oficiales, y otros documentos ofreciendo diversos datos sobre la situación en El Toboso en estos años. Algunos de los viajeros franceses prefieren ofrecer una imagen un tanto edulcorada resaltando la amabilidad del invasor con el pueblo de Dulcinea en una primera fase de la guerra. Pero en un periódico editado en Mexico –Gaceta extraordinaria del gobierno de México- el 3 de febrero 1813 se ofrecen noticias sueltas y entre ellas aparece la de que los franceses en agosto de 1812, cuando ya van en retirada tras la decisiva derrota de Los Arapiles, a su paso por los pueblos de La Mancha van cometiendo todo tipo de tropelías. Después de pasar por Quintanar de La Orden el 15 de agosto de 1812, donde saquearon las casas, destruyeron los muebles y derramaron el vino y el aceite que no pudieron transportar y consumir, el día 17 de agosto entraron en El Toboso “en donde se ocuparon de lo mismo”. “En El Toboso apenas encontró el intruso qué comer ni quien lo hospedase, porque sabedores los vecinos de la ferocidad con que se conducen los enemigos, habían abandonado sus casas y puesto a salvo los efectos más valiosos que tenían”. En Mota del Cuervo el ministro O'Farrill ordenó proporcionar 20.000 raciones a los invasores, lo que no fue atendido por los habitantes de los pueblos próximos. El rey francés también huía en dirección a Valencia.
miércoles, 2 de noviembre de 2011
miércoles, 19 de octubre de 2011
El clientelismo político en El Toboso en el siglo XIX
El ministro de la Gobernación José Posada Herrera
Durante los gobiernos moderados del reinado de Isabel II, especialmente después del Bienio Progresista (1854-56) se intensificaron los mecanismos de manipulación electoral y de control político desde el Ministerio de la Gobernación -presidido por Posada Herrera en 1858 y en 1865-. Se articula una densa red clientelar para asegurar las fidelidades mediante el control de puestos claves. Como se ha establecido que la elección de Alcalde deje de hacerse por votación popular, es el gobernador civil quien suele decidir el nombramiento. Así aparece una extensa documentación que atestigua esta estructura de poder. En el Archivo del ministro José Posada Herrera aparece un documento en el que se recomienda el nombramiento del Alcalde y Teniente de Alcalde de El Toboso. Aquí es el cura párroco de El Toboso - no he podido confirmar si se trataba de D. Clemente María de Salazar, que sí era cura párroco de El Toboso unos años después, en 1868- el encargado de servir de enlace, solicitando el nombramiento de ambos cargos entre dos concejales del pueblo. Se pide el favor a Posada Herrera a través de José Ruiz Mailena, hermano político del cura párroco de El Toboso. José Ruiz Mailena utilizará esta justificación ante Posada Herrera: "“…apremiado por las exigencias de familia, unos lazos, sabe usted muy bien, cuanto pueden…en orden a un negocio, que, aunque al parecer no vale la pena, algo significará para mi político hermano, párroco del Toboso, cuando tanto interés toma por el, obligándome a que no me muestre indiferente y secunde sus miras” (AHPAS, Fondo Posada Herrera, caja 11.378, leg. 6, num. 2. Citado por J. A. Inarejos Muñoz, "Sotanas, escaños...", Hispania Sacra LX, 2008, p. 315).
lunes, 10 de octubre de 2011
El vino y las tinajas de El Toboso
Tinaja de El Toboso
jueves, 29 de septiembre de 2011
Antiguos palomares en El Toboso
En el Catastro de Enseñada de El Toboso de mediados del siglo XVIII se relacionan varios propietarios de palomares -Pedro Medianero, Francisco Ortiz Zarco y Ana María Gómez, con una producción estimada de 50 reales-. Algunos palomares antiguos han perdurado en El Toboso hasta época reciente. En esta fotografía de mediados del siglo pasado aparecen aún dos grandes palomares. El de abajo a la izquierda con un patio interior cuadrangular ha pervivido hasta nuestros días al formar parte de la restaurada de la Casa-Museo de Dulcinea, antigua casa del Doctor Zarco de Morales. En la parte superior derecha de la fotografía aparece otro palomar, en este caso con un patio excepcionalmente circular, que desapareció en los años setenta del siglo pasado. En la parte interior de los palomares se encontraba esa perfecta cuadrícula -como panales- de adobes en donde anidaban las palomas, situada desde una altura de un metro -para que no subiesen los roedores- hasta el techo -a unos 7 u 8 metros-. En los patios interiores -ocultos del exterior- se depositaba el agua y la comida para las palomas.
lunes, 19 de septiembre de 2011
El toboseño Bautista Muñoz y el rey Fernando VII
En El Semanario Pintoresco Español de 1848 (17, 129) en un artículo de J. Jiménez-Serrano titulado "Un paseo a la patria de Don Quijote" aparecen dos anécdotas muy curiosas referidas al toboseño Bautista Muñoz y al rey Fernando VII. La primera nos cuenta el encuentro de Bautista Muñoz –suponemos que en 1814 cuando regresó el rey Fernando VII, llamado El Deseado”, después de la Guerra de la Independencia, suprimió la Constitución de Cádiz y comenzó a reinar como monarca absoluto- con el rey Fernando VII en la Venta próxima al pueblo –hoy conocida como Venta de Don Quijote-. Transcribo literalmente: “Asímismo es célebre esa venta por haber descansado y hecho parada en ella el rey Fernando VII, al cual se presentó Bautista Muñoz, de aquella villa, labrador, de carácter sencillo, cortado al palo de la misma madera que Sancho Panza y de tan hercúleas fuerzas, que al penetrar en la estancia donde se encontraba el rey Fernando, se arrojó en sus brazos y de tal manera estrechó al monarca entre los suyos, que hubo de decirle éste: ¡Déjame ya hombre, que me estrujas! Déjame y dime que es lo que quieres. –Señor –contestó Bautista- “quiero que V. M. me dé un tambor, para los realistas (Histórico)".
Esta anécdota hace referencia a que cuando regresó el rey a España en 1814 fue recibido con júbilo por el pueblo, que pareció aceptar gustoso que su rey acabase con la reforma constitucional y los nuevos derechos conseguidos y reinstaurase el rigor absolutista del Antiguo Régimen. Bautista Muñoz le pide al rey un tambor para encabezar los desfiles de los realistas en honor al rey. Los liberales partidarios de la Constitución de Cádiz de 1812 serán detenidos.
El artículo continua con otra anécdota: "En otra ocasión que fue Bautista a ver al rey, con quien decía que tenía vara alta, le interceptó el paso el centinela que guardaba la escalera que conducía a las habitaciones de Fernando VII. Bautista, sin pararse en barras, dio tan fuerte empellón al centinela que éste fue rodando escaleras abajo, deshaciéndose aquél del mismo modo de cuantos le obstruían el paso, hasta que, un jefe, penetró en la estancia del rey y le contó lo que pasaba, a loa que contestó S. M: -Dejarle pasar: ese es Bautista, el de El Toboso. En castigo, mandó el rey a sus palaciegos que con mucho disimulo pusieran un papel en su espalda con un letrero que decía: Soy Bautista el de El Toboso. Madrid entero celebró este rasgo y cada persona que cruzaba al paso de Bautista, ya fuese caballero, señora, chispero o criada de servicio, detenía a nuestro buen hombre, y lo saludaban a cada paso. Y el infeliz Bautista se marchó de la corte diciendo a los de su pueblo: No sabía que tanta gente me conociera en Madrid”.
Esta segunda anécdota alude -suponemos que unos años después, con el rey ya intalado en el Palacio Real como monarca absoluto- tanto a la campechanía del rey como a su mítica doblez, hipocresía y crueldad, aunque en este caso, afortunadmente, no pasa de mofarse de un pobre labriego toboseño.
Podríamos concluir que en estas dos anecdotas se ejemplifica la candidez del pueblo español y la hipocresía de su rey, que acabó con sus derechos, burlándose de su buena fe. Fernando VII ha pasado a la historia por ser un rey despiadado y cruel que no dudó en perseguir a los liberales que habían redactado la primera constitución española y que esperaron ingenuamente que el rey por el que habían luchado respetaría.
Esta anécdota hace referencia a que cuando regresó el rey a España en 1814 fue recibido con júbilo por el pueblo, que pareció aceptar gustoso que su rey acabase con la reforma constitucional y los nuevos derechos conseguidos y reinstaurase el rigor absolutista del Antiguo Régimen. Bautista Muñoz le pide al rey un tambor para encabezar los desfiles de los realistas en honor al rey. Los liberales partidarios de la Constitución de Cádiz de 1812 serán detenidos.
El artículo continua con otra anécdota: "En otra ocasión que fue Bautista a ver al rey, con quien decía que tenía vara alta, le interceptó el paso el centinela que guardaba la escalera que conducía a las habitaciones de Fernando VII. Bautista, sin pararse en barras, dio tan fuerte empellón al centinela que éste fue rodando escaleras abajo, deshaciéndose aquél del mismo modo de cuantos le obstruían el paso, hasta que, un jefe, penetró en la estancia del rey y le contó lo que pasaba, a loa que contestó S. M: -Dejarle pasar: ese es Bautista, el de El Toboso. En castigo, mandó el rey a sus palaciegos que con mucho disimulo pusieran un papel en su espalda con un letrero que decía: Soy Bautista el de El Toboso. Madrid entero celebró este rasgo y cada persona que cruzaba al paso de Bautista, ya fuese caballero, señora, chispero o criada de servicio, detenía a nuestro buen hombre, y lo saludaban a cada paso. Y el infeliz Bautista se marchó de la corte diciendo a los de su pueblo: No sabía que tanta gente me conociera en Madrid”.
Esta segunda anécdota alude -suponemos que unos años después, con el rey ya intalado en el Palacio Real como monarca absoluto- tanto a la campechanía del rey como a su mítica doblez, hipocresía y crueldad, aunque en este caso, afortunadmente, no pasa de mofarse de un pobre labriego toboseño.
Podríamos concluir que en estas dos anecdotas se ejemplifica la candidez del pueblo español y la hipocresía de su rey, que acabó con sus derechos, burlándose de su buena fe. Fernando VII ha pasado a la historia por ser un rey despiadado y cruel que no dudó en perseguir a los liberales que habían redactado la primera constitución española y que esperaron ingenuamente que el rey por el que habían luchado respetaría.
jueves, 15 de septiembre de 2011
Tobosescas tinajas
Recientemente, con motivo de la celebración del 50 Aniversario de los que nacimos en El Toboso en 1961 diseñamos este recuerdo de cerámica, en colaboración con el taller de artesanía de El Toboso Toboshop, que alude al fragmento del capítulo 18 de la 2ª parte de El Quijote, que dice lo siguiente:
"De lo que sucedió a don Quijote en el castillo o casa del Caballero del Verde Gabán, con otras cosas extravagantes.
Halló don Quijote ser la casa de don Diego de Miranda ancha como de aldea; las armas, empero, aunque de piedra tosca, encima de la puerta de la calle; la bodega, en el patio; la cueva, en el portal, y muchas tinajas a la redonda, que, por ser del Toboso, le renovaron las memorias de su encantada y transformada Dulcinea; y sospirando, y sin mirar lo que decía, ni delante de quién estaba, dijo:
-¡Oh dulces prendas, por mi mal halladas,
Dulces y alegres cuando Dios quería!
¡Oh tobosescas tinajas, que me habéis traído a la memoria la dulce prenda de mi mayor amargura!"
Se trata de una pieza simpática que muestra a una sorprendida Dulcinea al verse asociada a las famosas tinajas de El Toboso. Hemos querido contribuir de esta forma sencilla a recuperar nuestra cultura, nuestras señas de identidad, uniendo los dos referentes más importantes de nuestro pueblo: Dulcinea y las tinajas.
viernes, 9 de septiembre de 2011
El azumbre de El Toboso
El azumbre era una unidad de medida de capacidad de líquidos utilizada durante la Edad Moderna en Castilla y hasta bien entrado el siglo XX. Equivalía a dos litros y se descomponía en cuatro cuartillos. Se utilizaba para medir el vino y la leche principalmente. Excepcionalmente se ha conservado este azumbre que debió ser la medida de referencia utilizada por la villa de El Toboso, como indica la inscripción que aparece en la parte superior de la fotografía -junto a la boca-. Había un concejal encargado de vigilar los pesos y medidas de la villa para evitar el fraude. Otras medidas de capacidad eran la cántara -8 azumbres- y la tinaja -24 azumbres-. También se han conservado azumbres y cuartillos de particulares, como este, donde en la parte inferior figura el nombre del propietario:
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