Frente a la España oficial de la etapa franquista que reflejan los periódicos autorizados -ABC, La Vanguardia...- y el NODO, existe otra España silenciada, la de la represión y la persecución policial. Es difícil acceder a fuentes directas para conocer cómo se llevaban a cabo las mismas. A través de la prensa clandestina podemos tener algunos vestigios. Por ejemplo, de las detenciones llevadas a cabo en varios pueblos de Toledo -entre ellos en El Toboso- en la primavera de 1947, según reflejan los periódicos Euzcadi roja y España Popular. No disponemos de otras fuentes concretas para desarrollar y profundizar en el conocimiento de estos hechos. Para bibliografía específica consultar el artículo Aproximación a las comunidades campesinas en Castilla-La Mancha (1939-1988) de Manuel Ortiz Heras e Isidro Sánchez Sánchez. y el artículo de Pedro Oliver Olmo El franquismo en Castilla La Mancha
martes, 6 de mayo de 2014
domingo, 30 de marzo de 2014
La pintura de Tristam Hillier sobre El Toboso
Ya hemos hecho referencia en otras ocasiones a El Toboso como motivo pictórico, ya sea como pretexto para representaciones ideales evocando El Quijote o desde la realidad. Entre este último grupo se encuentra una obra del pintor Tristam Hillier (China, 1905-Inglaterra, 1983), que participó con el grupo de los surrealistas en los años treinta del siglo pasado, siendo influenciado por Giorgio de Chirico y Max Ernt. Perteneció al grupo Unit One liderado por Paul Nash. Después de la II Guerra Mundial vivió en Francia y en España, donde se inspiró para muchas de sus obras. Expuso en las mejores galerías del mundo y alcanzó cierto renombre.
En su obra Monasterio y fuente en El Toboso -pintada en 1958- reconocemos un típico espacio toboseño, aunque con inevitalbes licencias artísticas, que representa el rincón del pozo de la Gascona -donde el autor ha situado una fuente-, con el convento de trinitarias y las escuelas al fondo. Un agricultur se acerca en su burro, del que casi arrastra la carga -quizá cantando el romance de Roncesvalles, como en el Quijote-. En primer plano, a la izquierda, una silla un tanto enigmática aparece a pleno sol junto a la puerta de una casa cubierta por una cortina. Un pino improbable proyecta su sombra por las rodadas de la calle. La quietud y el silencio, el sol poderoso, toda la fuerza de un pasado no muy lejano -los años cincuenta del siglo pasado, en plena posguerra- que se acerca con la capacidad de evocación que otorgan la luz y el color -y el mito que subyace en cualquier rincón de nuestro pueblo.
Tristam Hillier, Monasterio y fuente en El Toboso, 1958
domingo, 23 de marzo de 2014
En un lugar del Quijote
Momento de la representación de En un lugar del Quijote
El viernes pasado pude ver por fin el montaje del Quijote que ha realizado el grupo Ron Lalá con la Compañía Nacional de Teatro Clásico. El texto es una síntesis muy agil y divertida de la obra de Cervantes -en realidad es una versión libre dentro del programa Mi primer clásico-, donde se han seleccionado algunos de los episodios más conocidos -por cierto, no falta el de la visita a El Toboso en busca de Dulcinea- y donde la música tiene un papel protagonista. Entre los magníficos actores yo destacaría a Daniel Rovalher en su papel de Sancho Panza, realmente conmovedor. La puesta en escena es muy efectiva y dinámica. En suma, se trata de un espectáculo de primera fila -el próximo 30 de este mes actuarán en el Teatro Don Quijote de Consuegra.
domingo, 9 de marzo de 2014
Piezas para un museo etnográfico
Todos hemos conocido aperos de labranza que hoy están en desuso y que en algunos pueblos se han conservado gracias a la creación de museos etnográficos. Algunas piezas perduran olivdadas en un desván o en un rincón, abandonadas. Sin duda las galeras ocuparon un lugar básico entre los aperos de labranza imprescindibles para transportar la uva y la mies.
Galera de 1924 que se puede ver en el Museo de Dulcinea de El Toboso
Galera con cerco, preparada para transportar paja. Familia Argumánez de El Toboso hacia los años 60 del siglo pasado
Partes de una galera. Fuente: Museo etnológico de Santa Cruz de la Zarza
miércoles, 26 de febrero de 2014
Koltsov en El Toboso en 1937 (I)
Mijaíl Koltsov (Kiev, 1898-Moscú,
1942) participó en la revolución rusa de 1917 y en la guerra civil posterior.
Inicialmente fue un comunista convencido y un intelectual y periodista
destacado de la URSS en los años veinte y treinta. Viajó como corresponsal a
numerosos países, entre ellos a España, durante la guerra civil. Algunos
historiadores lo consideran un agente personal de Stalin en España. Pero en
1938 fue detenido –al parecer denunciado por André Marty, la máxima autoridad
de las Brigadas Internacionales- en medio de la la Gran Purga estalinista,
condenado a muerte y fusilado en 1942.
Diario de la guerra de España se formó con los artículos que
Koltsov enviaba para su publicación en el diario Pravda. El escritor fue
testigo de la guerra civil española desde agosto de 1936 hasta noviembre de
1937. Después de haber permanecido durante varios meses en el Madrid sitiado
realizó un viaje hacia Valencia y pasó por El Toboso. Este es el relato que
escribió de lo que vio el 3 de febrero de 1937 –sigo la edición de la editorial
Planeta, Backlist, 2009, p.399 y ss. Las anotaciones son mías:
“(…) El campo está formado por
bancales ondulados, en suaves colinas; a lo lejos se divisaron una casas
blancas. Así, pues, será posible acostarse, dar un poco de descanso al hombro
dolorido, dormir un poco. Iban por el camino dos campesinas con blusas
bordadas, con pañuelos en la cabeza; en dirección contraria a la nuestra iba
otra, también con un pañuelo en la cabeza, montada en una caballería. Pero iba
montada no en un caballo, sino en un borrico. Y esto me recordó que la muchacha
montada en la caballería podía ser Dulcinea, la auténtica Dulcinea del Toboso,
la adorada dama del ingenioso y desdichado hidalgo don Quijote de la Mancha; me
recordó que no estábamos junta al Terek ni en el Kubán, en La Mancha, que el pueblo próximo era El
Toboso, del distrito de Quintanar, de la provincia de Toledo. El secretario se
llama Gregorio Gallego (1), nunca ha salido de La Mancha, con gran dificultad se
puede imaginar el Kubán y se quedaría más que asombrado al encontrarse allí con
mozas tocadas con pañuelos, exactamente como en Quintanar.
Gregorio Gallego Villegas
El Toboso nos ha recibido con
hosco ceño. Las casas aparecían inabordables, sin luces, como pequeñas
fortalezas de uno y dos pisos. En la pesada puerta de la iglesia, colgaba un
candado medieval y un letrero de cartón: “Depósito popular de grano
antifascista”. Una larga cola de amas de casa, con pañuelos negros, se torcía
como una serpiente tras la esquina y entraba en una tienda de comestibles.
Vendían chocolate para desleír, media libra por persona. La aldea se veía
limpia, como por Pascua; todo estaba barrido, todo ordenado y en su sitio.
Madrid acudía a la memoria como un inmenso vivac lleno de basura.
El alcalde (2) nos recibió amable y
circunspecto. Se estaba calentando ante un enorme brasero de cobre; el leve
humo de los carboncillos se elevaba hacia las ennegrecidas vigas del techo; al
extremo de la estancia vacía y baja de techo, sentados en un banco de piedra,
bajo una tabla con viejos decretos amarillentos, había unos campesinos fumando
en pipa y escuchando en silencio nuestra conversación.
Al principio hablamos de
cuestiones generales y políticas. El alcalde contó que los tiempos son
difíciles, desde luego, pero El Toboso los soporta sin el menor descontento y
toda la villa, como un solo hombre, es fiel al actual gobierno legítimo. En
particular él mismo, el alcalde, hacía cuanto podía para que El Toboso fuera un
ejemplo de lealtad y obediencia a las autoridades. De sí mismo dijo el alcalde
que, formalmente, era republicano, pero que por sus convicciones era comunista,
si bien tampoco le desagradaban las ideas anarquistas. A la pregunta de qué
opinión le merecía el Partido Socialista, el alcalde subrayó que también este
partido le había entusiasmado siempre. ¡Acaso se puede ser comunista sin ser
socialista y republicano! De los dos mil quinientos habitantes de El Toboso,
sólo mil cien participaron en las elecciones de febrero del año pasado. De
ellos, doscientos votaron por los partidos del Frente Popular, y novecientos
–el alcalde suspiró penosamente- votaron por los partidos de derecha y
fascistas. Después de la sublevación al comienzo de la guerra civil, quince
hombres fueron detenidos, unos once se escondieron (3). Los demás, a juicio del
alcalde, han comprendido sus errores y ahora, según él se ha expresado,
respiran con el mismo pecho que el Estado.
Por lo visto, esta parte de la
conversación ha sido la más delicada e incómoda para el alcalde, quien tan
pronto se frotaba las manos, ateridas, sobre el brasero, como se secaba el
sudor de la frente, como fruncía de manera muy significativa las cejas, como
soltaba una pícara risita de conejo, y se alegró mucho cuando recabó su
atención la llegada de una muchacha muy joven, muy alta y muy triste. (…)
La tierra alrededor de El Toboso
pertenece en su mayor parte a campesinos ricos y a pequeños propietarios. Aquí
hay pocas haciendas que no tengan cinco, cuatro, tres o por lo menos dos
braceros. Había también algunos grandes terratenientes, pero éstos se han
escapado, todos, al campo fascista, y la comunidad ha confiscado sus tierras,
unas dos mil hectáreas. En esas tierras, según ha comunicado solemnemente el
alcalde, se ha organizado un koljós (4).
-¿Cuántas familias la componen?
El alcalde no puede decirlo.
-¿Quién lo sabe? ¿Quién dirige el
koljós?
Había que entender la respuesta
en el sentido de que la tierra confiscada está bajo la dirección del comité del
Frente Popular (5), compuesto por representantes de todos los partidos políticos de
la localidad. Por lo que respecta a diferentes detalles como faenas del campo,
su distribución, utilización de los caballos y todo lo demás, el comité
dispone, para todo ello, de un director técnico (6), cuyo nombre el alcalde no
recordó.
Perdimos casi una hora para
encontrar al director técnico. Resultó ser un hombre de poca estatura, muy
listo, con autoritarios giros de lenguaje. A las primeras palabras se puso en
claro que no es el comité del Frente Popular, sino él, personalmente, quien
dirige todas las cuestiones relativas a lo que en El Toboso se denomina kiljós.
Con ayuda de braceros y de campesinos pobres, utilizando los mulos confiscados,
los aperos y las semillas, ya en enero y febrero labró la tierra y sembró
trigo, avena y cebada, y ahora está preparando la escardadura de los campos. Da
de comer, si bien muy parcamente, a los trabajadores y a sus familias. Al
principio entregaba a todos un mismo racionamiento, pero ahora ha introducido
una especie de pago por jornada de trabajo o mejor dicho, un pago en especies
por cada labor, efectuada a destajo. Ahora procura ponerse de acuerdo con los
trabajadores para la poda de las vides y la acolladura de los olivos.
-¿Con qué frecuencia se reúnen
los miembros del koljós? ¿Tienen ustedes alguna administración o dirección?
El director técnico explicó que
sólo se celebran reuniones para tratar de cuestiones políticas; en cuanto a las
técnicas (con este concepto lo abarcaba literalmente todo), el Comité del
Frente Popular le ha dado a él, al director técnico, plenos poderes para que lo
resuelva todo personalmente… Se ha sorprendido mucho cuando le he dicho que en
nuestro país, en la Unión Soviética, se entiende por koljós algo completamente
distinto.
-¿Y no sería mejor, por ahora,
entregar parte de la tierra confiscada a los campesinos que tienen poca y a los
bra ceros, individualmente o unidos en grupos?
No, ni el alcalde ni el director
técnico lo consideran justo.
A su juicio, los braceros y los
campesinos individuales no son capaces de cultivar la tierra por sí mismos. No
disponen para ello de fuerzas ni de recursos. Y lo más importante es que, al
distribuir la tierra, se podría armar algún lío, cosa que al alcalde le
preocupa. Dar la tierra es fácil, pero recuperarla otra vez es difícil. Por
este motivo, las figuras dirigentes de la villa de El Toboso han decidido por
ahora no tocar las haciendas confiscadas, mantenerlas en la mano y, después de
la guerra, cuando todo se aclare, ya se verá lo que con la tierra se hace.
Por ruego mío nos mostraron la
caballeriza de la hacienda colectiviva. Buena cuadra de albañilería. Treinta
mulos en el establo. Nunca se guardaban los arados –viejos arados, con rejas
cortas y romas, que en Rusia ya no se encuentran en ninguna parte-. Los mozos
de la cuadra abrevaban a los mulos con agua fresca y se llevaron a la mano a la
boina, saludando, al ver al “director técnico”. Todo, en conjunto, daba la
impresión de una buena finca administrada por un celoso intendente mientras el
dueño se encuentra en el extranjero". (...)
----------
1. Gregorio Gallego Villegas fue secretario local del Partido Comunista y destacado dirigente de UGT y participó en la actividad política en El Toboso y en Quintanar de la Orden durante estos años. Era hijo de Angel Gallego Ortiz, de Izquierda Republicana, el partido de Azaña, fue fusilado en el cementerio de Quintanar de la Orden en noviembre de 1939. Gregorio Gallego fue hecho prisionero al finalizar la guerra civil y ejecutado en Ocaña en 1941 -junto a otros 113 toboseños republicanos que fueron detenidos, 25 de los cuales fueron ejecutados-. El hermano de Gregorio, Manuel también fue represaliado y fusilado en 1939, así como su mujer Rosario Torres. Esta fue una de las familias procedentes de El Toboso más castigada por la represión franquista. Un hermano de Angel Gallego Ortiz, Hilario Gallego Ortiz fue juez de paz de El Toboso en 1942 e instructor de la Causa General franquista contra los republicanos en El Toboso.
2. Aún no he identificado con exactitud el nombre del alcalde de El Toboso en este momento. Puede tratarse de Nicolás Fuentes o tal vez de Julián López.
3. En realidad fueron 13 las personas de derechas hechas prisioneras y ejecutadas en El Toboso el 22 de agosto de 1936; otros prisioneros consiguieron salvarse de la ejecución.
4. Granja colectiva en la URSS, formada a partir de las tierras expropiadas a los latifundistas.
5. Coalición de partidos de izquierdas que ganó las elecciones a Cortes en febrero de 1936. El Ayuntamiento electo de El Toboso fue disuelto -el Alcalde, Jaime Martínez Pantoja fue ejecutado el 22 de agosto- y sustituido por el llamado Comité de Defensa del Frente Popular, que en El Toboso lo componían 8 miembros: 4 pertenecientes al sindicato de la UGT FETT, 2 a Izquierda Republicana y 2 al PCE. El Comité se subdividía en las siguientes delegaciones, aquí denominadas secciones o departamentos: Abastos, Guerra, Industria y Comercio, Banco, Auto-Transporte, Incautaciones y Panadería (Archivo Histórico Nacional, AGC, Secc. P-S Madrid, c. 683, El Toboso, Libro 1º. Actas del 20-X-1936 y del 22-X-1936. Cit. por J. M. Ruiz Alonso, La Guerra Civil. en la provincia de Toledo, Almud, 2004, t. I, p.259.
6. Desconocemos el nombre de este llamado director técnico
domingo, 16 de febrero de 2014
La gastronomía de La Mancha en la novela El doctor Centeno de Galdós
Ya hemos hablado en anteriores entradas de la estrecha relación de Galdós con El Toboso. En esta ocasión nos detendremos en un aspecto muy concreto de su novela El doctor Centeno (1883), donde aparece el personaje de Alejandro Miquis y su tía Isabel Godoy, naturales de El Toboso -de los que se traza una interesantísima genealogía que analizaremos en otro momento-. Isabel Godoy vive en Madrid, pero se hace traer todo tipo de productos de La Mancha y en concreto de El Toboso -como Galdós, que recibía los quesos que le enviaba Antonio Nuño de la Rosa desde El Toboso-. Una vez más Galdós evidencia su profundo conocimiento de la realidad de su tiempo en sus más mínimos detalles. Veamos este fragmento sobre la comida manchega y los dulces de El Toboso:
"Acompañaba el chocolate, no de mojicones, no de bizcochos traídos de las tiendas, sino de unos como piruétanos o cachirulos que le mandaban las monjas Franciscas del Toboso.
Delicadísima y llena de ascos en materias de comer, doña Isabel no podía pasarse sin los manjares y golosinas de su tierra. Era de esas personas refractarias a la adaptación alimenticia, y que por doquiera que van han de llevar el bocado con que las criaron. Su olla era enteramente castellana por los cuatro costados, y en vez de sopa, comía todos los días gachas, preparadas según el más puro rito manchego. No las hacía de harina de trigo, sino de titos, que es un guisante pequeño, y en los días grandes añadíale el tocino, el hígado de cerdo bien machacado y siempre bastante pimienta y orégano. Esta olorosa especia sazonaba y aromatizaba todos los guisos de la cocina de doña Isabel. Su aroma, juntamente con el de otras hierbas, llenaba la atmósfera de la casa. Es preciso añadir, para que no pierdan las gachas su carácter, que doña Isabel, fiel a los manchegos usos, no las comía con cuchara, sino con rebanadas de pan y en la misma sartén.
Delicadísima y llena de ascos en materias de comer, doña Isabel no podía pasarse sin los manjares y golosinas de su tierra. Era de esas personas refractarias a la adaptación alimenticia, y que por doquiera que van han de llevar el bocado con que las criaron. Su olla era enteramente castellana por los cuatro costados, y en vez de sopa, comía todos los días gachas, preparadas según el más puro rito manchego. No las hacía de harina de trigo, sino de titos, que es un guisante pequeño, y en los días grandes añadíale el tocino, el hígado de cerdo bien machacado y siempre bastante pimienta y orégano. Esta olorosa especia sazonaba y aromatizaba todos los guisos de la cocina de doña Isabel. Su aroma, juntamente con el de otras hierbas, llenaba la atmósfera de la casa. Es preciso añadir, para que no pierdan las gachas su carácter, que doña Isabel, fiel a los manchegos usos, no las comía con cuchara, sino con rebanadas de pan y en la misma sartén.
El ordinario de Quintanar, que paraba en la posada de Ocaña, surtía mensualmente a la Godoy de diferentes artículos del país, sin los cuales infaliblemente la señora se habría dejado morir de inanición. ¡Ella comer cosas de este Madrid puerquísimo...! Además de la harina de titos, el ordinario le traía las indígenas tortas de manteca, hojaldradas, con sabrosos chicharros dentro; traíale también grandes cántaros de mostillo y arrope del mejor que se hace en Miguel Esteban, queso del campo de Criptana, bizcochos de Villanueva del Gardete, bañados y tiernísimos, que tienen fama en toda España. Pero lo más importante que recibía la Godoy era el lomo, frito y en manteca, de modo que con él se improvisaba un principio en un decir Jesús. También se lo mandaban en la forma que llaman rollos, envuelto en masa de harina y aceite, y acompañado interiormente de huevos, chorizos y jamón.
Con estos elementos aderezaba diariamente la señora su comida. En Cuaresma hacía lo que llaman por allá un ajillo de patatas, y el día del Corpus, por ser costumbre inmemorial e infalible en la tierra, no podía faltar en su mesa arroz con cordero. Hasta los postres venían del Toboso o del Quintanar por mano de aquel bendito ordinario. Consistía en el manjar más inocente del mundo, que de ordinario sirve para sustento de los pajarillos: cañamones tostados(1). A la señora le gustaban mucho, y ningún día, a no ser los de gran ayuno, dejaba de comerse una docena. Las Trinitarias del Toboso solían mandarle almendras garrapiñadas, que era su especialidad. Con ser manchega de pura raza y tener sus propiedades arrendadas para el cultivo del azafrán, doña Isabel no usaba nunca esta droga tintórea. Por las infusiones teínas de diferentes hierbas tenía verdadera pasión, y un surtido y acopio tan abundantes que le faltaba poco a la casa para ser la más completa herbolería. No se acostaba sin tomarse un tazón de salvia o de manzanilla, según los casos, a veces de hierba-luisa. Jamás probó el té chinesco, y el café no lo conocía más que de nombre.
Con estos elementos aderezaba diariamente la señora su comida. En Cuaresma hacía lo que llaman por allá un ajillo de patatas, y el día del Corpus, por ser costumbre inmemorial e infalible en la tierra, no podía faltar en su mesa arroz con cordero. Hasta los postres venían del Toboso o del Quintanar por mano de aquel bendito ordinario. Consistía en el manjar más inocente del mundo, que de ordinario sirve para sustento de los pajarillos: cañamones tostados(1). A la señora le gustaban mucho, y ningún día, a no ser los de gran ayuno, dejaba de comerse una docena. Las Trinitarias del Toboso solían mandarle almendras garrapiñadas, que era su especialidad. Con ser manchega de pura raza y tener sus propiedades arrendadas para el cultivo del azafrán, doña Isabel no usaba nunca esta droga tintórea. Por las infusiones teínas de diferentes hierbas tenía verdadera pasión, y un surtido y acopio tan abundantes que le faltaba poco a la casa para ser la más completa herbolería. No se acostaba sin tomarse un tazón de salvia o de manzanilla, según los casos, a veces de hierba-luisa. Jamás probó el té chinesco, y el café no lo conocía más que de nombre.
(...) Los años suavizaron un tanto estas asperezas. Después de escribir muchas cartas cariñosísimas y humildes a su tía-madre, la Miquis consiguió obtener una contestación, aunque muy desabrida. De allá le enviaban regalitos de arrope, lomo en manteca, bollos y cañamones tostados, sin conseguir que aceptara".
1. Semilla del cáñamo de alto valor proteínico
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domingo, 26 de enero de 2014
La glorieta de El Toboso
La popular "glorieta" de El Toboso es uno de los enclaves más interesantes de la villa. Este espacio quedaba fuera del recinto amurallado y además era una zona donde se extraía la greda para hacer las famosas tinajas. Desde mediados del siglo XVII se fue edificando en la zona norte un gran monasterio que fue concluido en 1680 y fue ocupado por religiosas trinitarias. A partir de ese momento se le llamó Plaza Nueva, nombre que conservaría durante el siglo XVIII. A finales del siglo XIX pasará a llamarse plaza de Prim, en honor del gran militar y político progresista, protagonista de la revolución de La Gloriosa, muerto el 30 de diciembre de 1870, tras sufrir un atentado tres días antes.
Imagen de la antigua plaza de Prim, con el convento de trinitarias al fondo, hacia 1900
Después de la guerra civil de 1936 pasó a llamarse plaza de Calvo Sotelo, de nuevo el nombre de un político -monárquico conservador en este caso- asesinado, en los días previos a dicha guerra.
Desde mediados de los años noventa del siglo pasado se llama plaza de la Contitución, en honor a la constitución vigente de 1978.
Una de las casas más antiguas que bordean la glorieta, que fue construida por los antepasados de Miguel Gallego (Pedro Antonio Gallego, de las Pedroñeras, casado Juana María Huertas) en la segunda mitad del siglo XVIII.
Imagen actual del parque de la glorieta, recientemente remodelado. Al fondo a la izquierda están las antituas escuelas, un magnífico edificio de 1929 y al fondo el convento de trinitarias.
Antiguas escuelas, construidas durante la dictadura de Primo de Rivera. En la actualidad alberga El Ayuntamiento y la biblioteca municipal.
Imagen de la antigua casa de Antonio Nuño de la Rosa, cuyo solar perteneció al convento de trinitarias, que se ve al fondo, antes de la desamortización de Mendizábal de 1836.
Esta plaza, cubierta por una tupida masa de árboles, que todos los toboseños conocemos como la glorieta, es el lugar preferido para pasar agradables momentos en verano, conversando en la terraza del antiguo quiosko de la música, sobre la arena recién regada, mientras los niños juegan alrededor de la fuente.
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